Rubí
El rubí forma parte de las conocidas gemas preciosas (diamante, zafiros y esmeraldas) y, junto con el zafiro, forma la familia del Corindón.
El rubí debe su color rojo intenso al cromo, y los diferentes tonos más violáceos y oscuros van a depender de la cantidad de hierro que presente. Aunque se cree que el primer rubí se descubrió en Sri Lanka, actualmente es Birmania el lugar donde más piedras rojizas se extraen. Es aquí también donde se encuentran los rubíes de mayor valor, que se denominan ‘rubíes sangre de paloma’, que se extraen de las minas de Myanmar.
Se encuentran yacimientos de rubíes en Birmania, Sri Lanka, India, Madagascar, Tailandia, Brasil, Colombia, China y Rusia, además de encontrarse en menor cantidad en Sudáfrica, Australia, Groenlandia y Estados Unidos.
Los de la península de Malaca y Tanzania son muy valiosos, llegando a alcanzar en valor a los diamantes del mismo tamaño.
El rubí es una excelente piedra para activar las energías, imparte vigor a la vida a la vez que energiza y equilibra pero teniendo cuidado con personas delicadas, ya que podría sobreestimularlas.
Actúa sobre el chacra corazón, anima a hacer lo que deseas y te hace feliz. También fomenta los sueños positivos y la visualización clara.
Psicológicamente saca al exterior para su transmutación el enfado y la energía negativa y, mentalmente te aporta un estado de positivismo y valentía. A nivel emocional, carga la pasión y el entusiasmo y, a nivel físico, ayuda a superar el letargo impartiendo vigor.